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Que diríamos al ver una escena donde, tras romper el cascarón, un pollito se topa con un pavo, en lugar de con su mamá gallina (!!). Tal vez sepamos que nuestro pollito correrá detrás del pavo durante toda su infancia piándole protección y auxilio.

El secreto de la felicidad en el amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta.

(Simone de Beauvoir. 1908 – 1986. Filósofa y escritora).

A partir de este modelo de base etológica sobre la impronta, John Bowlby pudo elaborar un interesantísimo estudio sobre el fenómeno en humanos. En su Teoría del Apego (1958-1969), Bowlby presenta diferentes tipos de relaciones afectivas que pueden darse entre los bebés y sus cuidadores, y según sean estas, la teoría explica que los bebés van a desarrollar una mayor o menor seguridad emocional. Además van a integrar, un modelo interno que será un elemento cardinal en su forma de relacionarse.

Esta teoría de Bowlby, inspiraría después un sinfín de modelos, coincidiendo muchos autores, en que a partir de los distintos patrones de apego, se puede explicar la construcción de la identidad.

Lo que vamos a abordar aquí, tiene que ver con cómo se construye nuestra capacidad de relación con otras personas y qué papel tiene el comportamiento de los padres o cuidadores en este proceso.

La mayoría de nosotros, hemos asumido que los cuidados relacionados con la alimentación y el bienestar físico de un bebé son fundamentales, pero además de esas necesidades materiales, están las afectivas o emocionales, y estas, son igual de vitales que las primarias. Estas necesidades, se concretan en el cariño recibido, las muestras de apoyo,  la escucha, la comprensión, etc., y son esenciales porque sus efectos, van a perdurar durante mucho tiempo

A diferencia de esa reacción instantánea del pollito que adoptó a un pavo por madre.., veremos que en el género humano, el desarrollo del apego, no es tan espontáneo como en los animales sino que se desarrolla lentamente y varía en función del tipo, la frecuencia y la estabilidad de las interacciones.

Nuestro patrón de apego se fijaría en la primera infancia, esto es, aprox. en los dos primeros años de vida del bebé. Ahora bien, como decíamos, la adquisición del patrón de apego en humano es un proceso más largo y también es mucho más plástico, lo que quiere decir que después de esa primera fase va a seguir evolucionando y contaremos con muchos recursos para seguir moldeándolo.

Veamos las 3 fases iníciales del modelo: 

– Durante los 3 primeros meses de vida, cuando necesita llamar la atención, el bebé se expresa con llantos, muecas, gritos, sonrisas y algunos movimientos.

Durante esta primera fase, el bebé se conforma con que atiendan a sus necesidades, pero de ahí en adelante, ya habrá aprendido quiénes son las personas más importantes para él.ella, es decir, que ya va a distinguir a sus “figuras de apego”. Habitualmente, son la madre, el padre, algún familiar o alguna persona encargada de su cuidado.

– En la segunda fase, más o menos hasta los 9 meses, es cuando se va a construir un lazo de compromiso emocional con esas figuras primordiales.

Dependiendo de las relaciones que surjan, se pueden conformar distintos tipos de apego. En concreto, lo que importa es la manera en que responden estas figuras cuando al bebé le ocurre algo inesperado o algo estresante.

En general, el bebé podrá manejarse con una media de 3 o hasta 4 figuras de apego. Habrá una figura principal, por ej., la madre y otras secundarias. Cada figura será diferenciada y resultará importante, en la medida que le atiende cuando lo precisa.

– Durante la tercera fase; de los 9 a los 24 meses, el bebé ya habrá construido algún tipo de apego. A estas alturas, cuando lo dejan sólo, o si tiene que quedarse con “desconocidos”, es frecuente que de repente comience a llorar o que chille con fuerza, patalee, se retuerza, etc. Pero estas escenas son normales, de hecho, significa que el proceso de vínculo afectivo funciona correctamente. Durante este período, el bebé ya se interesa por todo lo que le rodea, quiere tocar, coger, tirar las cosas y correr de ahí para acá. En psicología hablamos de una exploración de su entorno.

El bebé se lanza a explorar, sin embargo, lo hará, por así decirlo, con un ojo puesto en sus figuras de apego. Explora, pero al mismo tiempo, quiere asegurarse que está bien protegido. Y como veíamos, la modalidad de apego, se establecerá en función de cómo se comporten sus cuidadores.as, o dicho de otro modo, el cómo se va a consolidar el tipo de apego, dependerá de la calidad de esa protección.

Diremos que el apego seguro, se desarrolla cuando los cuidadores.as están pendientes de lo que hace el bebé, de si necesita ayuda, etc., y sería la situación típica en la que los cuidadores disfrutan con su cometido. En tal caso, el bebé va a explorar tranquila y libremente lo que le atrae, porque siente que está en un entorno seguro. En este escenario ideal, además de consolidarse su seguridad interna, el bebé tendrá la ventaja de poder vivir más experiencias de juego, más iniciativas, más tanteos, más descubrimientos, etc., lo que suele incidir en un desarrollo más pleno.

En cambio si se desarrolla un apego inseguro, al bebé le costará más lanzarse a interactuar, por ej., a correr con otros niños.as, o a probar nuevas experiencias, por ej., deslizarse por el tobogán. Esto es lo que ocurre, si el bebé percibe que el tipo de atención que le prestan no es fiable o suficiente.

Aunque dos respuestas de llanto, (una en un caso de apego seguro y otra en un caso de apego inseguro), sean aparentemente iguales, en realidad, son muy distintas.

El niño o la niña, que ha desarrollado un apego seguro, llorará para expresar su descontento cuando algo va mal, pero lo hará, teniendo algún tipo de seguridad interna de que le van a responder con afecto o atenderle en lo que necesite. Este niño, lo usa como un recurso para llamar la atención de su cuidador.a. En el caso de un.a niño.a que ha desarrollado un apego inseguro, ese mismo llanto será una expresión de tristeza y de desesperación

Además, no se resuelve todo con atender. Por ejemplo, nos interesa diferenciar entre una buena atención, y una atención “sobreprotectora”, es decir, con mucho control sobre sus movimientos, muchas normas, constantes llamadas de atención, etc. En este sentido, un exceso de celo, no será deseable para el desarrollo del.a bebé y tampoco será bienvenido.

Cuando las necesidades no se han satisfecho de una forma lo bastante estable o adecuada, se van a observar distintas estrategias adaptativas en los.as niños.as. Podemos encontrarnos entre otros, con estados de ansiedad, con pautas de esquivar la relación, -por ej., tendencia a alejarse como si quisieran independizarse-; o con niños que aparentan ser muy tímidos y/o que muestran síntomas de intenso aprensión, en este caso, es vital entender que son señales de miedo.

Los psicólogos, sabemos que los padres adoptivos se encuentran con problemas muy específicos y distintos a los habituales y por esa razón se les anima a conocer y a comprender ampliamente lo que pueden haber vivido sus hijos adoptivos. El objetivo es que puedan abordar su labor de padres con todas las posibilidades de éxito. Afortunadamente, un tipo de pregunta muy habitual que se hacen estos padres, es justamente acerca de qué puede haberle ocurrido a su hijo.a adoptado.a.

En este sentido, una de las propuestas más interesantes para los padres adoptivos consiste en ver vídeos de cómo viven los niños en los centros de acogida, orfanatos, etc., se trata de un recurso que resulta enormemente eficaz porque facilita mucho la comprensión de por qué muchos de estos niños llegan con  un trauma de desconfianza en los adultos (H. P. Siebinga).

Lo ideal es saber un máximo de cosas acerca del niño y de lo que le ha ocurrido y tener en cuenta todas las vivencias que haya podido experimentar. Respecto a la cuestión de los vínculos, pueden haber ocurrido muchas cosas. Por ej., una parte de estos niños adoptados habrá tenido la suerte de vivir experiencias positivas de apego con sus primeros cuidadores y aún si pueden sentirse tristes al recordarles, siempre será enormemente positivo que las hayan tenido, pues les será mucho más fácil volver a establecer esos vínculos.

Si por ej., han estado institucionalizados en centros de acogida, la calidad de los vínculos establecidos, dependerá del centro y de la suerte, pero lo más fácil es que hayan tenido muchos.as cuidaores.as y muy poco predecibles. En estos casos, los.as niño.as suelen desarrollar el sentimiento de que no se puede esperar nada de los demás y cuando viven repetidas situaciones de desamparo, es frecuente que interioricen miedo. También puede ocurrir que hayan vivido varios procesos de separación y tendremos en cuenta que el momento de la adopción es otro más.

 

Al acoger a esto.as nuevo.as miembros de la familia es fundamental saber que habrá que tener paciencia y buena mano con algunos comportamientos típicos. Por ej., si hubo fracasos repetidos en su demanda de afecto, pueden ser reticentes a expresar sus sentimientos y tender a esquivar la relación. En tal caso esa conducta puede verse como un escudo, que el niño usa para que algo –tal doloroso- ya no le vuelva a ocurrir. En paralelo, estos niños pueden parecer muy seguros, pero es una forma de compensar la desconfianza que sienten hacia el otro.

Otros niños.as pueden haber sido olvidados.as mientras que algunos.as si “merecían” atenciones, y también pueden haber sido ignorados sus llantos y/o juzgados como caprichosos, aún estando justificados por dolor, o por tristeza, y en estos casos, lo viven y lo interiorizan como un castigo injusto.

Una conducta muy llamativa, es cuando observamos que necesitan estar muy pegados a los adultos pero al mismo tiempo, tienen miedo cuando estos les ofrecen cariño y comprensión. Pueden ser niños que nos solicitan mucho pero cuando les ofrecemos muestras de cariño y atención, no suelen reaccionar y podríamos observar distintos síntomas de miedo, por ej., una extrema rigidez.

Cuando en un proceso de adopción, nos proponemos colmar esos vacíos atencionales que han vivido, es importante crear o reforzar un vínculo seguro, y para ello vamos a atender con más énfasis a sus necesidades de atención y afecto. – Nunca se subrayará bastante lo esencial que es para estos niños que les devolvamos el sentimiento de ser dignos de amor y de atenciones -.

Cuando se trate de bebés, sabemos que anhelan que se les abrace y recibir muchas muestras de cariño y cuando se trate de niños más mayores, teniendo en cuenta que son muy sensibles y permeables a nuestros mensajes, podemos reforzarles haciéndoles cumplidos sinceros. Si están justificados y se expresan con calidez, además de reparar y reforzar su autoestima y su seguridad interna, los elogios les motivarán enormemente, haciendo que pongan una gran energía en autosuperarse.

En cuanto a la edad de los niños adoptados, existe el mito de que criar a un niño.a más mayor, será forzosamente más difícil. Pero un niño más pequeño podría presentar más problemas, mientras que otro más mayor, puede haber tenido experiencias vitales positivas y ser dócil, comunicativo.a, alegre, inteligente, esforzado.a en el estudio, etc., por lo que conviene tener una perspectiva más completa, más edad no implica necesariamente más carencias.

En cuanto a la comunicación es una herramienta fundamental en todas las relaciones y en este cometido de ser padres adoptivos será un preciosísimo recurso, a cultivar con aún más generosidad.

En realidad, las temáticas son las mismas que cuando queremos construir una familia con hijos biológicos y por otra parte, esas familias tradicionales tampoco son perfectas, siempre habrá padres poco responsables, muy permisivos, o pasivos en cuestiones importantes y aun si no es muy visible, sus hijos biológicos pueden estar sufriendo situaciones de maltrato, carencias afectivas y otros problemas.

Si tenemos en cuenta que a los hijos adoptivos se les atiende a veces mucho mejor en sus necesidades, veremos que contamos con algunas ventajas y ciertamente, en adopción, el cometido parental se realiza de forma más consciente, más documentada y por lo tanto en alguna medida, el calado es más competitivo.

No obstante, es importante tener bien presente que cuenta toda la suma de características, por ej., un niño.a adoptado.a que ha crecido en un orfanato, ha sufrido maltrato, padece una enfermedad y además, tiene que aprender el idioma y las costumbres de su país de destino…, será lógicamente más frágil, aún si puede contar con muchas fortalezas para superarse.

Por eso, en muchos casos, también puede ser muy beneficioso retrasar su incorporación al curso escolar, de forma que podamos contar con tiempo para crear vínculos de afecto sólidos, generar un clima de seguridad y en definitiva construir esa nueva familia en la que sabe que podrá confiar. De esta forma vamos a fortalecer sus posibilidades de incorporarse con éxito desde un principio y su integración académica, además de la importancia  fundamental que va a tener en su futuro, será un elemento adicional de bienestar

Vistas todas estas cuestiones, queda claro que adoptar es una aventura parental atípica, sin embargo, hablamos de retos perfectamente abordables. Para empezar una primera gran ventaja, es que durante la infancia contamos con una formidable capacidad de adaptación y de recuperación. Por eso, la mayoría de las experiencias son de éxito y a pesar de las posibles malas experiencias vividas, la mayoría de los niños adoptivos logran integrarse muy bien en sus familias.

En cuanto a las características de los padres adoptivos, como hemos visto, estos tendrán más posibilidades de éxito en la medida que atiendan bien las necesidades afectivas, asimismo es importante el bienestar económico y psicológico y además, en los resultados, incide el nivel sociocultural.

En cuanto al tipo de estructura familiar, el éxito es independiente del modelo, la mayoría son parejas heterosexuales, pero también hay adopciones entre parejas del mismo sexo, y hay un número creciente de familias monoparentales. Lo que sí tiene un impacto en el niño o la niña es la calidad de la relación entre las dos personas y habrá de ser lo suficientemente buena, además, cómo es lógico, cada miembro tendrá una relación distinta con su hijo.a adoptivo.a.

Volviendo a los hijos e hijas, conjuntamente con estas cuestiones acerca de la construcción o reconstrucción del apego que hemos visto, tendremos muy en cuenta las características de cada niño, pues en la relación, la influencia no es unidireccional de padres a hijos, sino que es recíproca, y se va retroalimentando. A ese respecto, es capital que los padres trabajen su capacidad de imponer una disciplina, es decir, de saber hacerse obedecer. Veamos ahora el impacto que tiene, el estilo educativo.

Diana Baumrind, propone 4 estilos educativos, en función de dos factores, la afectividad y el control (valorados como altos o bajos). Dependiendo de la cantidad de normas, y del afecto demostrado por los padres, tendremos los estilos, democrático, permisivo, autoritario, e indiferente.

Dicho de forma muy sintética, en el estilo democrático, hay normas pero se razonan, se escucha lo que opinan los hijos y a veces se les hacen concesiones. Además, se les muestra cariño y se les respeta, evitando la crítica, los signos de desaprobación y los castigos. Este estilo se relaciona con alta competencia social y con resultados académicos óptimos. 

El estilo autoritario, predomina en padres con una necesidad de sentir que dominan y controlan la situación, su criterio se impone sin tener en cuenta las necesidades emocionales de los niños y hay castigos impuestos con pocas explicaciones razonadas. Este estilo, se relaciona con niños con poca capacidad para desarrollar sus propios razonamientos y que pueden mostrar comportamientos agresivos.

En el estilo permisivo, hay amor pero ningún control. Y en el estilo indiferente; no hay control,  ni tampoco apoyo o cariño, siendo lógicamente el estilo más dañino. Estos dos últimos estilos pueden relacionarse con problemas que van de la ineptitud a la rebeldía, pasando por la marginalidad o incluso la delincuencia. 

En conclusión, en los procesos de adopción, se recomienda que, ante signos de inseguridad infantil, de desapego hacia la nueva familia, o en momentos difíciles, sigamos siendo pacientes y entregados. Recordemos siempre que para los hijos.as adoptivos, será vital poder ir estableciendo progresivamente mejores vínculos afectivos y retroalimentando el nuevo modelo hasta consolidarlo. 

Además, en psicología contamos con un sinfín de recursos terapéuticos de probaba eficacia y no sólo en el ámbito infantil, sino también para aquellos adultos que desean realizar una terapia de reconstrucción de su estilo afectivo, el procedimiento consiste en ir moldeando progresivamente, un nuevo estilo de enfrentar las relaciones, que resulte más funcional y satisfactorio para la persona.

El amor vive más de lo que da que de lo que recibe.  (Concepción Arenal 1820-1893. Escritora y socióloga)

Fuentes:

TEORÍA DEL APEGO. J. Bowlby – 1958-1969.

 DIAGNOSTIC AND STATISTICAL MANUAL OF MENTAL DISORDERS-, DSM-V.

 LA TRANSICIÓN A LA PARENTALIDAD ADOPTIVA Y LA CONSTRUCCIÓN DE VÍNCULOS. CAPITULO 5. Hein Paul Siebinga. Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales, NIPO 201-08-020-8.

 PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO. CAPÍTULO 4. Begoña Delgado Egido y Pilar Herranz Ybarra. UNED 2010.

 DESARROLLO PSICOLÓGICO EN LAS NUEVAS ESTRUCTURAS FAMILIARES. Arranz. Pirámide, 2010.

 L’ATTACHEMENT, UN INSTINCT OUBLIÉ. Yvane Wiart. Albin Michel, 2011

*Acerca del lenguaje inclusivo

Aunque algunas veces considero que se pueden poner ejemplos en femenino y masculino y los pongo; por razones de sentido común, tengo que dejar muchas frases en masculino. Señalar que tales enunciados, incluyen por supuesto a mujeres y/o niñas. El motivo es que, más allá de consideraciones teóricas, usar el lenguaje inclusivo implica en la práctica un ejercicio de acrobacias gramaticales interminable y da, por resultado, textos farragosos y difíciles de leer.

Espero así que disfrutéis de los contenidos sin atascaros en estas cuestiones, pues antes estaba claro que el masculino nos incluía a todos/as, y ahora…. Ya no. surprised

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