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La resiliencia, es un neologismo en psicología que se refiere a nuestra capacidad para recuperarnos tras las adversidades. “Resilience” del inglés se puede traducir como “rebotar” y originalmente, se aplicaba a la resistencia física de los materiales a los choques y a su capacidad para volver a su forma inicial. En 1626, Francis Bacon tuvo la idea de usarlo como sinónimo de “reponerse” y a partir de los 90 se fue popularizando su uso en Psicología, siendo hoy un concepto muy en boga en los manuales contemporáneos.

La vida no siempre es un largo río tranquilo y ya se trate de una enfermedad, de un accidente, de una agresión, de la pérdida de un ser querido, de una quiebra económica, o de una catástrofe natural, u otros muchos posibles sucesos, todos estamos expuestos a que algo dramático e inesperado ocurra y nos desestabilice o incluso ponga nuestro bienestar en serio peligro. Tener un buen nivel de resiliencia significa que tras enfrentarnos al revés, la huella de su impacto será leve y que podremos sobrellevar y superar la prueba, con pocas repercusiones.

Desde luego, vivir será globalmente más fácil, cuando estamos en una época de bonanza general y no, inmersos en una grave crisis, o en guerras en cuyo caso habrá más desafíos y peligros, dependiendo esto también del lugar concreto donde estemos. Además, nuestro nivel económico, situación personal, lugar y condiciones de vida, estado de salud, nivel cultural, experiencia, red de contactos.., etc., son factores protectores que van a tener un peso importante, pero aquí nos vamos a concentrar únicamente en el factor psicológico de resiliencia.

Las dificultades pueden cogernos más o menos preparados para encajarlas en la medida que pueden aparecer en distintas etapas de nuestra vida. En la infancia por ej., las vivencias traumáticas pueden tener más o menos repercusiones en el desarrollo, así por ej., algunos factores biológicos, como nuestros niveles de neurotransmisores predisponen a afrontar los problemas con más o menos brío. Además, las experiencias tempranas de haber recibido afecto, protección y amor, tienen una influencia muy positiva en la resiliencia y un patrón de apego seguro predispone a la búsqueda de soluciones. Asimismo, los modelos vistos en la familia son fundamentales, quiénes han visto a sus padres consultar a su alrededor o buscar soluciones, tenderán a actuar de la misma forma. Y también lo son, los aprendizajes en la escuela, por ej., realizar un cursillo sobre técnicas de supervivencia en un contexto en el que pueden ser necesarias, redundará en una mejor disposición para resolver los problemas que se puedan presentar. Y afortunadamente, además de aprenderse en la infancia, la resiliencia puede desarrollarse, a partir de las experiencias que vayamos viviendo.

Cuando sufrimos un revés con consecuencias substanciales para nuestro futuro, las primeras reacciones de desánimo, de pesimismo o de desesperanza son típicas y totalmente normales, sin embargo, tras un tiempo, algunos.as podríamos empezar a pensar que “ver el vaso medio lleno” sería sin duda una excelente alternativa, para reponernos y salir adelante más fácilmente.

Algunos acontecimientos pueden representar un punto de ruptura en nuestra vida y el comienzo de otra cosa y pueden impulsarnos a pisar el acelerador si por ej., vemos que se presentan dos alternativas, tocar fondo y emerger o seguir cayendo. En este sentido, a pesar del estereotipo de que son y tienen que ser fuertes y duros, los hombres pueden ser a veces más frágiles y sensibles ante los cambios y sentirse más desamparados al tener que adaptarse a situaciones difíciles y en cambio las mujeres, tienden a desarrollar una mayor inteligencia emocional y también a ser más resilientes. 

En cualquier caso, es aconsejable no atormentarse en exceso con lo que haya ocurrido y dos cosas claves que podemos hacer son, pensar en nuestro futuro a largo plazo y buscar algo que nos devuelva la esperanza. Aun si nos sentimos desalentados.as, pensando que cualquier tiempo fue mejor, es una buena idea apostar por atreverse a confiar en nuestras posibilidades.

Contar con apoyos siempre es deseable, si podemos confiarnos con amistades, familiares, o con la pareja, pero el balance no siempre es positivo cuando tienden a criticarnos, o a catalogarnos como víctimas, torpes, etc. En tales casos vale la pena aprender  a no contarlo y si somos amantes de los animales puede resultar muy gratificante recrearnos, cuidándolos y concentrarnos en nuestra propia fortaleza.

Con la edad aprendemos, que de alguna forma, siempre hay contrastes en la vida y no es todo llano, hay vaivenes. Otra clave consiste en aprender a aceptar por completo la situación en lugar de negar el problema, huir, o disfrazarlo.

Y además podemos inspirarnos de historias ajenas para sentirnos bien, así por ej., saber que muchas enfermedades consideradas como graves se superan mejor, cultivando una actitud positiva y de confianza suele ser un buen apoyo en los procesos de recuperación de la salud.

Una bonita metáfora acerca de nuestra capacidad de seguir adelante aún en circunstancias adversas, la tenemos en la canción de Cantando Bajo la Lluvia

Es una escena en la que Gene Kelly, canta y baila su intenso deseo de vivir, con firmes pasos de claqué en las calles encharcadas y dándose una ducha de lluvia en lugar de usar el paraguas tan plenamente feliz y esperanzado que poco importa la que está cayendo. La moraleja es que cuando algo nos motiva internamente, funciona como un verdadero motor en nuestra vida y la determinación y el arrojo para seguir adelante nos van a acompañar de forma natural.

Esta y otras muchas películas reflejan el ambiente de principios del siglo XX y abundan también los testimonios de superación o resiliencia frente a las vivencias traumáticas que trajo la 2GM. Muchas personas sobrevivieron gracias a que contaban con alguna motivación intensa para sobrevivir, por ej., confiar en que vendrían mejores tiempos y aguardar con la esperanza de poder reencontrarse con sus seres queridos.

La película La Vida es Bella, es un precioso ejemplo de devoción familiar. Relata la historia de un padre, reclutado en un campo de concentración que consigue que su hijo pequeño permanezca escondido, evitándole vivir el trauma de la realidad y con su incansable empeño, logra engañarlo hasta el fin del aislamiento, diciéndole, que se trata de un juego terriblemente difícil, pero que ya están a punto de terminar y muy cerca de ganar el gran premio “un precioso tanque”. A la liberación, sale triunfante subido en “el tanque” con un hijo visiblemente agotado, pero psíquicamente sano.

Recordemos siempre que la resiliencia no es innata, sino que se aprende y que nos puede ser de gran ayuda inspirarnos de otros.as para desarrollarla. Así, por ej., algunas personas que han vivido sucesos muy difíciles, se han convertido en escritores; otras que han perdido un miembro, en atletas paralímpicos, otras, tras un aparente fracaso, han fundado una organización de ayuda a un colectivo, etc.

Desde luego, nuestra experiencia no va a ser forzosamente heroica y gloriosa, pero tendrá su sentido. Los objetivos son a veces modestos, como lo es lograr recobrar una calidad de vida más digna, poder realizar un tratamiento eficaz para recuperar la salud, o conseguir saldar unas deudas, etc., y la mayoría de los testimonios acerca de superar grandes pruebas coinciden en que vale la pena, aun cuando nos pueda quedar una huella de por vida.

Lógicamente, no siempre es fácil y cuando la dificultad para aceptar una situación perdura durante algún tiempo, una alternativa es realizar una práctica espiritual, si estamos atrapados en ideas de que no vale la pena vivir así, podemos preguntarnos con qué lo estamos comparando y darnos más oportunidades. En el culto Budista, se preconiza que no nos comparemos, pues además de traernos un sufrimiento inútil e innecesario, la comparación siempre es equívoca en la medida que las apariencias siempre son engañosas. Con el tiempo, la vida no resulta ser lo que parecía y cuando nos prestamos a aprender, las pruebas que nos presenta nos construyen. El regalo si conseguimos superar el desencanto es que podremos profundizar en algo totalmente distinto.

La consulta con un/a psicólogo/a para tener un apoyo durante un momento difícil siempre es aconsejable y existen muchas terapias eficaces para sobrellevar las dificultades y desarrollar una resiliencia.

 

*Acerca del lenguaje inclusivo

Aunque algunas veces considero que se pueden poner ejemplos en femenino y masculino y los pongo; por razones de sentido común, tengo que dejar muchas frases en masculino. Señalar que tales enunciados, incluyen por supuesto a mujeres y/o niñas. El motivo es que, más allá de consideraciones teóricas, usar el lenguaje inclusivo implica en la práctica un ejercicio de acrobacias gramaticales interminable y da, por resultado, textos farragosos y difíciles de leer.

Espero así que disfrutéis de los contenidos sin atascaros en estas cuestiones, pues antes estaba claro que el masculino nos incluía a todos/as, y ahora…. Ya no. surprised

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